

Mítico
carné perteneciente a Chicho, mi abuelo, a quién jamás conocí ya que murió mucho antes no sólo de que yo fuera engendrado sino de que fuera siquiera pensado como posibilidad para alguien.
Lo encontré ayudando a vaciar la casa de mi abuela, su vuida eterna, en Rosario, el año pasado, pocos días después de que muriera, cansada ya de su depresión crónica y de tanto tiempo sin la capacidad haber podido encontrar goce alguno en este mundo.
Ahi estaba,
el carné, cómo de cuero, inmaculado, en una cajita de madera preciosa, seguro y casi escondido, aguarando a ser rescatado del olvido desde quién sabe cuando.
Cómo describir la sensacíon que en el pecho me produjo semejante hallazgo!?
Tenía en mis manos y de repente el primer y único nexo emotivo con el. Fundamento de mi amor por el club, que no era ya tan arbitrario sino producto de un deseo de mi papá, que cómo pudo intento darme ese elemento de referencia. Fundamento de que me sienta genuinamente rosarino a pesar de haber vivido en la capi desde tan pendejo. Eslabón perdido de mi propio origen, mi biblia, mi constitución.
A veces, pienso en la gente que minimiza el sentimiento del hincha, como un simple acto estupidizante de las masas, como instrumento de control de no se quien, como unos boludos mirando 22 tipos atrás de una pelota, como un vil negocio, etcétera etcétera etcétera.
A mi, por lo pronto, me hizo saber exáctamente cómo se hubiese sentido abrazarlo y apretujarlo a mi abuelo, bién fuerte. Sin más palabras, sin más datos. Sólo Eso.
y un parque, que ahora sé porqué también es mío.
y una ciudad.